Algunas, hay muchísimas más, de mis citas preferidas de este libro de David Safier:
No volveré a poneros los cuernos, ya no deseo a vuestra mujer. Como bien sabéis, en la cama es como una tabla.
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Si aquellos dos paletos no hubieran pasado tanto rato mirándose enamorados a los ojos, nos habríamos salvado.
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Eso no era un final para una gran tragedia, ni tampoco para una gran comedia. Hacía falta un nuevo vocablo para mi estúpido modo de actuar: ¡aquello era una cretinedia!
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