—¿Ronroneas?
La sonrisa de Clay fue puramente felina.
—Solo para ti.
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—Ay, Clay, cielo, si me hubieras dicho que estabas irritado debido a tu... problemilla, no habría armado un alboroto. Sabía muy bien que los cambiantes que les rodeaban podían oír las palabras susurradas.
—Tally —le advirtió con un gruñido.
—Quiero decir que sé que te resulta embarazoso... ya que eres un hombre tan grande. —Su tono de voz insinuaba todo tipo de cosas—. Estoy segura de que lo de anoche fue una excepción. Y si no es así, siempre están las pastillas.
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