Pressia apenas se acuerda de las Detonaciones y menos todavía de cómo era la vida en el Antes. En el armario donde duerme, entre los escombros de una antigua barbería donde vive con su abuelo, piensa en todo lo que se ha perdido, en cómo el mundo se transformó de una sucesión de parques de atracciones, cines, fiestas de cumpleaños, padres y madres en ceniza, polvo, cicatrices, quemaduras y cuerpos dañados, fundidos con objetos extraños. Están aquellos que se escaparon de la Apocalipsis sin daño alguno, los Puros. Viven a salvo, dentro de la Cúpula que protege sus vidas, seres superiores y sanos. Pero Perdiz, cuyo padre es una de las personas más influyentes de la Cúpula, se siente aislado y solo. Diferente. A menudo reflexiona sobre la pérdida, probablemente porque su familia está rota: su padre es un ser distante y estricto, su hermano se suicidó, su madre no consiguió refugiarse en la Cúpula a tiempo. Aunque tal vez se trate de claustrofobia: siente que la Cúpula se ha convertido en un envoltorio rígido. Así que cuando por casualidad escucha unas palabras que le indican que su madre podría continuar viva, Perdiz lo arriesga todo, incluida su vida, para salir a buscarla.
Este espacio está reservado a las que, como nosotras, están fascinadas con el "Club de los Corazones Solitarios" del libro de Elizabeth Eulberg. Aquí, a parte de "seguir" las normas finales de ese libro, tendremos un club de lectura de novela romántica adulta y juvenil. ¡OS ESPERAMOS!
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